Solo un pensamiento...


Las palabras dichas son llevadas por el viento y olvidadas la mayoría de las veces, pero las escritas no conocen de tiempo, son perennes. En honor a ellas; algunos de mis trabajos. 





jueves, 21 de junio de 2012

Ayúdenme a ubicar a esta parejita

Amor al borde de “El Abismo”

Daniel Murolo 
La Región / Revista Dossier
Sinceramente el nombre de los protagonistas no lo recuerdo. Dejé pasar mucho tiempo entre el día que presencié la escena que me “inspiró” a escribir este post (5 de abril 2012) y el momento en el que me senté formalmente a redactarlo (20 de junio 2012). No me queda otro remedio que bautizarlos, desde ahora los llamaremos J y G.

Serían las 12:30 del medio día. Luego de caminar y pedir cola por más de 13 kilómetros desde el Campamento Catedral, vía El Paují (estado Bolívar), finalmente estábamos en la cima del Tepuy Kanauyén. El esfuerzo había valido la pena. Nos habían descrito "El Abismo", como uno de los lugares más bellos y espectaculares de la Gran Sabana. Pero se quedaron cortos, muy cortos.

Este lugar al que solo se llega caminando (perdí la cuenta del tiempo me eché) es el punto exacto de la geografía venezolana  donde termina la Gran Sabana y comienza la selva brasileña. Mi grupo, compuesto por un par de colegas y amigos, quedamos en silencio ante la impresionante vista.

Durante el ascenso, fueron muchas las personas con las que compartimos el camino, sin embargo un grupo compuesto por unos 15, que previamente nos habían dado la cola en tres camionetas en la que viajaban desde El Paují hasta la base del Tepuy, llamó particularmente nuestra atención. Ya J y G se habían cruzado en nuestro camino.

Nuestro silencio, producto de la contemplación, fue interrumpido por una pareja, dos señores de aproximadamente 60 años de edad que por fin llegaban a la cima, donde al filo del Tepuy J los esperaba impaciente con el resto de la familia.

“Suegros menos mal que llegaron, los traje hasta acá para pedir la mano de su hija”, dijo J, mientras sacaba de su koala una caja con lo que toda mujer desea tener en su dedo anular: una roca brillante.
La escena arrancó aplausos no sólo entre los familiares de J y G, sino entre algunos de los que me acompañaban y digo algunos, porque las chicas, no pudieron ocultar en su rostro una mezcla de envidia (no de la buena), guayabo y asombro.

“Te quieres casar conmigo”, agregó el chico, inyectando emoción a sus familiares y frustración a las solteras que me acompañaban. Sin duda J se la había comido. Lograr arrastrar a toda su familia hasta el punto más alto del Kanauyén,  que por cierto significa "sitio de mujeres menstruando", para pronunciar al borde de un abismo la referida celebre frase, amerita quitarse el sombrero ante él.

Pero a diferencia de lo que yo pensaba y seguramente ustedes piensan ahora, J no es el primero que protagoniza esta escena, digna de un film romanticon de hollywood, en “El Abismo”. En El Paují, abundan las historias como la de ellos.

Unos años atrás un chico caraqueño, tan sudado como J tras el empinado ascenso, le pidió la mano a su chica en el mismo lugar. Unos meses después  volvieron a El Paují a casarse y posteriormente bautizaron a sus hijos (morochos) en la iglesia de este pintoresco pueblo.

Igual ocurrió -según narran los residentes- con otra parejita, quienes retornaron luego de varios años a este punto del sur de nuestro país para montar un negocio y vivir “felices para siempre”.

“Es un lugar mágico, la leyenda dice que pareja que se compromete en el abismo permanecen junta hasta que la muerte les separa”, me explicó una vendedora de miel de la zona, arrancando risas fingidas de las chicas que me acompañaban.

Y algo de cierto debe tener la leyenda. Una de las solteras con las que compartí esta experiencia (si, la que casi estalla de envidia al escuchar a J), terminó enamorándose durante este viaje de un chico de la zona, hasta hoy (junio) siguen juntos. La otra, no pierde la esperanza. 

En cuanto a J y G lo poco que recuerdo es que viven en Cagua, estado Aragua, que ella estudia en San Juan de los Morros y que se lanzarán al agua (Dios quiera y no sea al abismo) a finales de este año. Acá les dejo la foto que les tomé, si los conocen díganle que con gusto los acompaño a brindar (o por lo menos avísenle que son famosos).  

Fotos: Daniel Murolo