Solo un pensamiento...


Las palabras dichas son llevadas por el viento y olvidadas la mayoría de las veces, pero las escritas no conocen de tiempo, son perennes. En honor a ellas; algunos de mis trabajos. 





miércoles, 29 de agosto de 2012

Malvina Pesate:

“Un ángel tomó la bala y la dirigió”

Una primer tiro -hasta el momento se desconoce de qué bando salió- desató una verdadera guerra en la avenida Baralt, Caracas. Policías, francotiradores, militares y civiles atacaron y fueron atacados en un frente de batalla que dejó una docena de muertos y cientos de heridos.

Daniel Murolo
Edición Aniversario La Región
La imagen de Malvina Pesate cayendo al piso luego que una bala atravesara su rostro, le dio la vuelta al mundo. Ella, al igual que una gran cantidad de venezolanos, salieron aquel 11 de abril de 2002 a la calle para pedir la renuncia del Presidente de la República. 

“Era la primera vez que me colocaba una franela que me identificaba con un partido político”, recuerda una década después, tras añadir que a su juicio fue justamente el vestir esa prenda tan llamativa (amarilla) y su estatura (casi 1,80) lo que la convirtió en un blanco fácil para el francotirador desconocido que esa tarde le quitó la vida a varios manifestantes. 

Malvina asegura que nunca escuchó ninguna detonación de arma de fuego. “Yo veía eran piedras, una lluvia de piedras que nos lanzaban, recuerdo que cuando llegamos a la esquina de La Pedrera, los muchachos que estaban conmigo me pidieron que me quedara allí, mientras ellos se adelantaron”.

- En segundos vi un señor que estaba a pocos metros de mi (Jorge Tortoza), caer de cara al piso, comenzó a botar mucha sangre, me asusté y comencé a llamar a quienes estaban conmigo, en ese momento sentí el impacto.

“No era dolor, fue como un golpe muy fuerte en la cara y pensé: me pegaron una pedrada”, su rostro comenzó a dormirse y es cuando cae hacía tras perdiendo el conocimiento. “Todos pensaban que estaba muerta, me arrastraron hasta una pared, recobré el conocimiento y es cuando me suben a una moto de la Policía Metropolitana y me trasladan a un centro de salud”.

Malvina se enteró que había recibido un balazo tres días después, en la habitación de la clínica en la que se recuperaba. “Siempre pensé que había sido una pedrada, veía a mis amigos y familiares llorar y les pedía que se quedaran tranquilos, que sólo había sido una piedra”.

“No tengo duda, un ángel tomó la bala y la dirigió, sólo eso puede explicar que haya entrado a pocos centímetros de mi boca , reventara mi mandíbula y saliera por la nuca, causando sólo insensibilidad absoluta en varias partes de mi rostro al dañar varios nervios”. No dejó esquirlas, los médicos no entendían qué había pasado, sólo observaban atónitos  el curso de la bala a través de la cabeza de Malvina. 

- Hoy en día tengo insensibilidad en ciertos puntos dentro de la boca. Las cosas me cambiaron de sabor, tuve que aprender a comer. Una bala que me pudo haber matado o dejarme en vida vegetal, no hizo nada. El hueso soldó perfecto, si ven una radiografía no creerían que el algún momento sufrí una fractura de esa magnitud.

Una década después del suceso, asegura que fue difícil volver a la normalidad tras conocer lo cerca que estuvo de morir. “No entendía como alguien pudo quererme matar sin conocerme, sin que yo le hubiese hecho algo, yo estaba simplemente manifestando, como cualquier otro ciudadano”.

Desde entonces cada 11 de abril le cantan cumpleaños. “Yo volví a nacer ese día, todos los años mis amigos y parientes me pican una torta y me cantan, estoy viva, me dieron una segunda oportunidad y eso hay que celebrarlo”.

Pese a la presión de la familia y de muchos allegados, Malvina volvió a las calles a manifestar pocos meses después del tiroteo, “no he abandonado la calle, sigo en pie de lucha por lo que creo, Dios me dio una segunda oportunidad y no pienso desperdiciarla”.

“No entendía como alguien pudo 
quererme matar sin conocerme”.


Daniela Bascopé

“A mí no me quedó más
opción que luchar o morir”

El relato de supervivencia de Daniela Bascopé, talentosa actriz diagnosticada con cáncer a los 24 años de edad, y su determinación a seguir viviendo
Daniel Murolo
Edición Aniversario La Región
Cuando a Daniela Bascopé le dijeron que tenía cáncer, algo inexplicable pasó dentro de ella. Mientras la mayoría de los pacientes que reciben ese diagnóstico son invadidos inmediatamente por sentimientos como miedo y terror, ella por el contrario sintió paz interior y la certeza de que iba a superarlo.

“Fue casi como un alivio saber finalmente que era lo que tenía”, agrega la joven actriz, quien recibió de boca de su abuelo, quien es médico, la noticia. “Tenía más de un mes en terapia intensiva, operándome de varias cosas, los especialistas no daban con mi diagnóstico, lo que era peor porque la enfermedad avanzaba al no recibir el tratamiento adecuado, mi familia lo supo 48 horas antes que yo”.

Daniela, quien irónicamente en dos ocasiones había interpretado como actriz a mujeres que padecían la enfermedad, comenzaba así su batalla personal con la certeza de que lograría la victoria. “Igual que sucede con los hombres que van a la guerra, a mí no me quedó más opción que luchar o morir”.

El proceso no fue fácil, asegura que estuvo lleno altibajos y depresiones. “No es que tuve una metodología clara para superar la enfermedad, fui aprendiendo en el camino, en mi caso me apoyó muchísimo la familia, fue fundamental, recibí el apoyo de muchos amigos y personas no conocidas”.

- La parte más difícil la vi como una experiencia que me podía dejar una enseñanza, dejé de  preguntarme por qué a mi y comencé a buscar el significado de por qué me estaba pasando, traté de sacarle provecho a mi enfermedad, ver qué mensajes me enviaba, qué cosas me quitaba y cuáles tenía que valorar más.

Recuerda uno de esos días difíciles en los que pensó que no podría superarlo. “Ese día sentí mucho miedo y recuerdo que tuve un pensamiento directo hacía Dios, le dije: `Coño no quiero que me saques del juego aún´”.

Asegura que perder el cabello fue lo de menos. “Tuve que vivir tantas cosas antes y durante el tratamiento que perderlo fue una estupidez, estar en terapia intensiva fue lo peor, lo más duro”.

La experiencia hizo entender a Bascopé la vulnerabilidad humana y la enseñó a apreciar la vida con otros ojos, aunque aclara que el hecho de haber superado una experiencia de este tipo no implica “que uno viva en un estado de iluminación perenne”.

“Si hay muchas cosas que se redimensionan, hay días que te das cuenta más que otros, uno tiene la tendencia de ir olvidando -ya han pasado 5 años- hay cosas que me quedan y que no se olvidan, trato de no darle importancia a lo que no lo tiene”, reseña, tras aclarar que ahora valora más a su familia y se “vacila todo los detalles de la vida, desde el jugo de lechocita con limón hasta la luz que entra al vehículo cuando manejo”.

Vencer y vivir
El relato de sobrevivencia de Bascopé quedó plasmado en un libro, el cual desde su publicación ha servido de inspiración a cientos de venezolanos que les ha tocado librar la misma batalla. “No es que yo tenga todas las respuestas, pero quizás muchas cosas que yo hice en mi proceso le sirvan a otros”, aclara, luego de recordar que escribir “Vencer y Vivir” fue una terapia.

“Siempre había escrito diarios, es una forma de hacer catarsis muy útil que siempre recomiendo, a medida que fui escribiendo me di cuenta que podía transformarse en una herramienta útil para los demás, no solamente para que yo me descargara (...) se lo pasé a  Antillana que fue la editorial que me la publicó y ya vamos por la quinta edición”.
Le dije a Dios: Coño no quiero 
que me saques del juego aún”.