Solo un pensamiento...


Las palabras dichas son llevadas por el viento y olvidadas la mayoría de las veces, pero las escritas no conocen de tiempo, son perennes. En honor a ellas; algunos de mis trabajos. 





viernes, 27 de diciembre de 2013

El día que el infierno tomó la Panamericana


 El olor de la tragedia


Daniel Murolo 

Una densa cortina de humo negro me alertó de que algo no estaba bien. Aquella tarde me dirigía a la ciudad de Caracas junto a mi compañera de labores Pola Del Giudice; la colega Jenny Marques Rodrígues, nos había invitado a participar en su programa de radio, la intención era contarle a los radioescucha cómo celebrábamos los periodistas las fiestas de fin de año. Nunca llegamos al estudio.
Cerca del kilómetro 8 de la Panamericana un Guardia Nacional se interpuso en mi camino. “Pana soy periodista, déjame pasar”, le dije al joven que con mirada aterrada no dejaba de repetirme que un camión de gasolina había volcado y que era cuestión de minutos para que estallara.
Seguí conduciendo en dirección al humo, mientras que Pola no dejaba de gritar que debíamos detenernos y regresar. Estacionamos en el kilómetro 10 aproximadamente, desde allí se observaba a la distancia como un río de llamas y humo bajaba por la Panamericana. Tomé mi teléfono,  hice una imagen la cual tuitié inmediatamente informando lo que ocurría, seguidamente llamé a mi madre, quien al escuchar de mi boca lo que ocurría me ordenó, como en otras oportunidad, que me regresara “tú no eres bombero ni médico, no vayas por favor”.
En cuestión de segundos me encontraba corriendo en dirección al humo, tras estacionar mi vehiculo a unos 500 metros  de distancia. “Acaba de explotar”, me gritaban las personas que corrían en dirección contraria a la mía, entre ellos –horas después lo identifiqué- el chofer de la gandola.
Gritos, explosiones y un penetrante olor (que hasta ahora no he logrado descifrar) dominaba el lugar.  El panorama era indescriptible, el camión generaba llamas que alcanzaban los 30 metros de altura, a pocos metros, envueltos en fuego, se encontraban dos vehículos particular y a unos 100 metros, el autobús.
No lo pensé dos veces, aunque mi profesión es la de periodista, en ese momento, conciente de que era el único comunicador social en el lugar de la noticia, guarde el celular (con el que grababa testimonios) y me dediqué a ayudar a las víctimas.
“Hay más de 12 personas dentro del autobús, se queman vivas”, gritaba sin parar un vecino del sector, quien había logrado sacar con vida a muchos pasajeros. El calor intenso de las llamas había no sólo derretido el asfalto y los faros de algunos vehículos cuyos conductores lograron detenerse antes de ser consumidos por el fuego, sino también las suelas de mis zapatos.
Los héroes de aquellas tarde, como siempre, fueron los bomberos. La imagen (así como el olor) de estos hombres sacando del autobús, convertido en hierro retorcido por el fuego, los cadáveres de 11 personas -otras 3 fallecieron en la zona-, quedó grabada en quienes por alguna razón del destino fuimos testigos y (gracias a Dios) no víctimas, de la que sin duda ha sido una de las peores tragedias viales del país.  
Aquel día logré hacer algunas fotografías con mi celular, el cual algunos días  después se dañó.  Fue hace unos meses que logré recuperar las imágenes, las que hoy (dos años después) comparto con ustedes.  
Fotos: Daniel Murolo 















jueves, 12 de diciembre de 2013

Sumando kilómetros en España

En el Parque Castrelo

Corriendo por Vigo y Sevilla


Daniel Murolo 
Correr es mi pasión. El turismo, mi devoción y la Media Maratón de Vigo, el 12 de mayo de 2013,  me permitió unir ambas y conocer está hermosa ciudad situada en la comunidad autónoma de Galicia, al noroeste de España a golpe de zancadas. 21k a través de sus avenidas más emblemáticas para finalmente cruzar el arco de llegada en la famosa calle Príncipe, en un tiempo de 2 horas 5 minutos. 
Unos días antes de correrla, mi primo Jonathan Murolo, el único de la familia con quien comparto el amor por el running y quien tiene casi una década viviendo en esta ciudad, me llevó a entrenar al que sin duda es el epicentro del atletismo vigués: Parque de Castrelo. 
Culminando la Media Maratón de Vigo 
 El circuito de running "oficial" del mayor parque urbano de la ciudad tiene una longitud (aproximada) de un kilómetro, está bien marcado con postes y cuenta con sendas en perfectas condiciones que diariamente son recorridas por cientos de corredores. 
En nuestra visita a Castrelo, justo un día después de mi llegada a Vigo, nos decidimos por una ruta más larga (fuera del parque) que atraviesa varias avenidas de la ciudad antes de adentrarse por un camino de tierra paralelo al río Lagares. El paisaje es único, el agua del afluente es cristalina y la ruta culmina frente a una de las playas más famosas y hermosas de la ciudad,  Praia Samil (los atardeceres te dejan sin aliento). 
El recorrido ida y vuelta (Castrelos – Samil – Castrelos) tiene una longitud aproximada de 10 kilómetros, el cual completamos en menos 50 minutos. Este lugar es para los viguenses lo que es el Parque del Este para los caraqueños, un punto de encuentro para acumular kilometraje en las piernas y preparar grandes retos.    
Los atardeceres en Praia Samil son increíbles
Luego correr la Media, mi próxima parada fue en la impactante ciudad de Sevilla. Como buen aficionado a correr, lo primero que hice al bajar del avión y tomar un autobús en dirección al casco antiguo, fue visualizar posibles rutas que correría durante mi estadía de 4 días.
Sevilla, como la gran mayoría de las urbes de España, cuentan con rutas especiales tanto para trotar como para andar en bicicleta o simplemente caminar; con suerte, el apartamento que alquilé estaba a menos de 100 metros del río Guadalquivir, imponente afluente que atraviesa esta ciudad (la más poblada de Andalucia)  y que está bordeado por una ruta hecha a la medida para quienes amamos correr. 
Dos de los puentes que atraviesan el río 
Durante mi permanencia en Sevilla, considerada la cuarta en importancia en España después de Madrid, Barcelona y Valencia, corrí a orilla del impactante río al menos en dos oportunidad al llegar la noche, cuando las luces de los puentes que atraviesan el afluente y de las estructuras que dejó la Exposición Universal 1992, se reflejan en las aguas del Guadalquivir, panorámicas únicas. 
El recorrido por la margen de "Río Grande" como lo bautizaron los antiguos árabes pobladores de al-Andalus, lo comenzaba al pie del Puente de San Telmo, con preciosa vista de la Torre del Oro a la derecha y el río a la izquierda. En total la ruta tiene una longitud (ida y vuelta) de 9 km aproximadamente. 

En la Torre del Oro
 Durante el recorrido por este paseo (que recuerde nombres)  disfruté del embarcadero de naves, la Plaza de Toros de la Maestranza, Puente Isabel II, el emblemático Puente Cristo de la Expiración, el Pabellón de la Navegación (con más de 6 millones de visitantes en la Expo´92), el Puente de la Barqueta y sin duda el más hermoso de todos el Puente del Alamillo, tiene 140 metros de altura, figura de arpa y un sólo brazo de 58º de inclinación del que parten una pareja de tirantes que lo sujetan (de 300 metros de longitud, los más largos del mundo).
 Sevilla es una ciudad llana, con un clima agradable y con un aire lo suficientemente limpio como para preocuparse solo por disfrutar de las increíbles vistas; sin duda, uno de los circuitos que más he disfrutado correr en mucho tiempo.  

Fotos: Daniel Murolo 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Paraíso escondido en las costas aragüeñas

Un rincón cristalino en la costa aragüeña. Fotos: Carlos Díaz 

El sosiego habita en La Ciénaga 

 Refugio paradisíaco de cantidad de aves marinas. Ofrece una sucesión de pequeñas playas con manglares, claras arenas y cristalinas aguas, son playas sin oleajes y con poca profundidad, un paraíso captado por el lente del colega Carlos Díaz.



AñadiMedia docena de casas coloridas bordean la bahía.
Daniel Murolo
Revista Dossier / La Región
Esa quietud y tranquilidad que buscamos en el mundo submarino quienes practicamos snorkelling, parece haber emergido de la profundidad para instalarse en toda la bahía. Sin duda, si el sosiego tuviera una residencia fija, sería en La Ciénaga.

Se llega a través del mar, partiendo desde Ocumare de La Costa (Aragua) o Gañango - Puerto Cabello (Carabobo), el recorrido puede durar poco más de media hora. Desde la embarcación se pueden observar el fenómeno llamado “pipa de Gómez”, que se produce cuando el mar se estrella con fuerza contra las rocas, disparando chorros a varios metros de altura.

Un rincón cristalino en la costa aragüeña
 El estrés que produce el vaivén de las olas entre quienes temen viajar en peñero, desaparece automáticamente al ingresar a la bahía; el azul intenso de sus aguas poco profundas relaja el cuerpo e invita a sumergirse en ella o simplemente contemplarla.

Es automático, al desembarcar lo primero que hago es buscar un punto donde dejar mis macundales, me pongo mi máscara y me sumerjo. El agua es clara -cristalina es la definición perfecta- con una visibilidad asombrosa, peces de colores, erizos y decenas de estrellas de mar en una profundidad que, lejos de asustar, entusiasma.

En la superficie la calma es similar. Los manglares dominan el paisaje, sus raíces, que sirven de vivienda para miles de especies marinas, se pueden apreciar perfectamente sin necesidad de zambullirse. 
El sosiego habita en La Ciénaga.

Por instantes y dependiendo de la hora del día, este bosque de árboles tolerantes a la sal, se refleja en el agua dando la sensación de estar frente a un enorme espejo. Mi recomendación es tomar un kayac -los alquilan en la zona- y dejarse llevar por el silencio que invade la costa.

Si les da hambre, no hay problema. En la orilla de “La Piscina”, lugar preferido por los bañistas para llevar sol, los lugareños ofrecen todos los servicios: mesas y sillas, así como bebidas tropicales y comida. El pescado siempre está fresco, recién sacado del mar.

Si un día no es suficiente, se puede alquilar habitaciones en alguna de las coloridas casas que bordean la bahía. En época de temporada es casi imposible encontrar camas disponibles, por lo que los más arriesgados optan por dormir en carpas.

Si una recomendación puedo darles, es que no lo piensen dos veces y se lancen de una vez cualquier fin de semana libre a disfrutar de unos días de relax en este paraíso venezolano escondido en las costas aragüeñas, custodiado por el imponente Parque Nacional Henry Pittier.

Reportaje para la revista Dossier
¿Cómo llegar?
En autobús: si vives en los Altos Mirandinos, toma un colectivo en el terminal de Los Lagos hasta la ciudad de Maracay, estos tienen frecuencia de salida de 45 minutos aproximadamente. Al llegar a la capital aragüeña, debes tomar otra unidad que te lleve a la población de Ocumare de la Costa, desde allí salen las embarcaciones para esta paradisíaca playa.

En carro: Toma la carretera Panamericana en dirección a la población Aragüeña de Las Tejerías, allí empalma con la Autopista Regional del Centro en dirección a Maracay, una vez en la “Ciudad Jardín”, toma la autopista en dirección a El Limón, esta te llevará hasta la entrada del Parque Nacional Henry Pittier y de allí a la llamada “Costa de Oro”.
Fotos: Carlos Díaz

viernes, 13 de septiembre de 2013

Canciones para la Panamericana








Musa que inspira

 


Daniel Murolo 
Edición aniversario La Región 
Las colas infernales que son el común denominador no sólo generan frustración y molestia entre los  miles de conductores que transitan por esta vía, aunque pocos lo crean, hay quienes aprovechan este tiempo “atrapados” para componer canciones.

Es el caso de uno de los integrantes de la agrupación de gaita “Los Herederos”, que compuso una canción titulada “La Panamericana”, cuya letra refleja el estrés al que diariamente son sometidos quiénes circulan por esta vía.

“A través de esta pieza, de igual manera expresamos las actividades que  hacen algunos que está atrapados en la cola para evitar el desespero, como por ejemplo: escuchar música”, dijo José Gregorio Cherubini, director musical de la referida agrupación.

La canción, compuesta hace ya tres años, comienza a sonar con fuerza en los meses cercanos a diciembre en las principales emisoras de los Altos Mirandinos, cuyos programadores la colocan constantemente a petición de los radioescuchas.

Y aunque este género musical -gaita- nació en el estado Zulia, se masificó con el paso del tiempo en todo el país. Cada región ha sido testigo del nacimiento de agrupaciones que le rinden tributo. Los Altos Mirandinos no ha sido la excepción y en esta zona han surgido más de 18 agrupaciones de este contagioso ritmo.

Cherubini relató que Los Herederos nació hace 7 años. “Pertenecíamos a otros grupos gaiteros, decidimos unirnos y formar uno propio, en el cual todos sus integrantes tuvieran voz y voto, que participaran en la toma de decisiones, en la escogencia de los temas, los arreglos. Decidimos bautizarlo con el nombre de “Los Herederos” porque somos descendientes de gaiteros y de personas vinculadas a la música”.

- En un principio, hacíamos pequeñas presentaciones en casa de familiares y en fiestas privadas. Organizábamos parrandones. Posteriormente, le dimos al grupo un carácter más comercial para promocionarlo.

La mayoría de los integrantes habita en los Altos Mirandinos, por lo que componerle una canción a la vía que más dolores de cabeza le genera a los habitantes de esta subregión, era cuestión de tiempo.

Asegura que el tema ha gustado mucho y que incluso algunas radios lo han versionado para usarlo como promocional.  Agregó que además de “La Panamericana han grabado otros cuatro temas inéditos. Uno de ellos en honor a la Virgen de Chiquinquirá, patrona de los zulianos y de los gaiteros. Otra de las interpretaciones, titulada “A Los Teques”, está dedicada a exaltar los encantos naturales de la ciudad, su clima ideal y sus montañas.

“Pensamos grabar otros cuatro temas para sacar nuestra primera producción”, comentó el músico, quien agregó que este año la agenda de presentaciones está apretada, pues no sólo incluye conciertos en centros nocturnos y en fiestas privadas, sino también tienen proyectado realizar una gira por otros estado del país.

Rubén Briceño, uno de los vocalistas y miembro de la junta directiva de la agrupación, comentó que aún cuando este género comienza a sonar con insistencia el último trimestre del año, su cronograma de trabajo comienza en marzo.

“Después de los toques al cierre de diciembre tomamos un receso durante los meses de enero y febrero. En marzo retomamos las actividades y coordinamos los ensayos y el repertorio de ese año. Una de nuestras virtudes es la responsabilidad y la disciplina al momento de organizarnos”, refirió Briceño, quien añadió que ensayan cada dos semanas entre tres y cuatro horas continuas para corregir afinación, sonido y practicar una y otra vez el repertorio.

Pero “Los Herederos” no son los únicos cuya musa ha sido la Panamericana, la agrupación juvenil “LTQ” de música pop, trabaja actualmente en un tema que al igual que la gaita, resalta lo que significa transitar diariamente por esta carretera pero desde la visión de un joven universitario.

“Quién más que un estudiante que debe madrugar para llegar temprano a Caracas y llega tardísimo a su casa en las noches por culpa de las colas para narrarlo”, detalló Pedro Lira, integrante de la agrupación, tras indicar que lanzarán el sencillo en las próximas semanas a través de las redes sociales.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Entre 8 y 12 motorizados resultan heridos los fines de semana en la Panamericana








Doña imprudencia viaja en dos ruedas 

 

Daniel Murolo
Edición Aniversario La Región
“Emergencia del HVS colapsó por motorizados heridos”, “Accidente en el km 20 deja un motorizado muerto”, “Derrape de motorizado en Recta de Las Minas generó tranca”; son algunos de los titulares que diariamente colman las paginas de sucesos del diario La Región. Decenas de jóvenes pierden la vida o quedan incapacitados anualmente tras protagonizar accidentes en la importante arteria vial. 

Las cifras semanales son contundentes. Entre 8 y 12 personas resultan heridas los fines de semana en accidente registrados en la carretera, la mayoría son ingresados a la sala de emergencia del Hospital Victorino Santaella de la capital mirandina. 

Hombres, mujeres y niños resultan con lesiones graves en piernas y brazos, siendo el más común el politraumatismo craneoencefálico. En una guardia de doce horas los galenos de turno pueden llegar a atender hasta 5 heridos. 

El área de traumatología del referido nosocomio colapsa con frecuencia. “Lo lamentable es que estos accidentes traen consecuencias irreparables en el paciente y que, por más que los doctores los atiendan bien, a la mayoría de los hospitales no llegan suficientes recursos para darles la atención que necesitan”, reseña Víctor Moreno, residente. 

El problema no es solamente la gran cantidad de estos vehículos que circulan diariamente por esta vía expresa, sino la falta de conciencia de los conductores, quienes además de circular a alta velocidad no usan casco y se trasladan hasta cinco en una unidad. 

“La Panamericana tiene muchas curvas, cuando llueve se registra la mayor cantidad de sucesos que involucran motos”, detalla Aristides Blanco, voluntario de Protección Civil Miranda. Las zonas más peligrosas es el tramo que comunica Caracas con San Antonio de los Altos, así como el sector Los Cerritos y Club Cumbre Azul.

“Es un hecho que el que sufre menos en un siniestro de este tipo es el conductor, pues los niños -que por lo general no llevan casco-, y los parrilleros no tienen oportunidad de amortigual o de agarrarse del volante”, detalla Blanco.

La mayoría de los casos fatales ocurren cuando el conductor o acompañante golpea el cuerpo contra algún objeto fijo (defensa, árbol, cerro u otro vehículo) o es arrollado por un carro que se desplaza justo detrás. 

En la actualidad no existen cifras oficiales que permitan conocer en detalle cuántos motorizados mueren mensualmente en la Panamericana. Según los reportes periodísticos publicados en la prensa local, en lo que va de 2013 han fallecido cerca de 16 personas.

El Observatorio de Seguridad Vial advierte que el sector más vulnerable a la accidentalidad vial son los motorizados, que representan el 25% de las muertes en accidentes de tránsito de todo el país. Igualmente sostienen que las principales víctimas de los accidentes de tránsito son los hombres que tienen edades comprendidas entre 15 y 44 años de edad.

Reglamento sin cumplir
El reglamento para motorizados, publicado el 5 de octubre de 2011 en Gaceta Oficial número 39.772, debía entrar en vigencia a inicios del mes de enero. Sin embargo, las autoridades encargadas han decidido posponer la entrada en vigencia del estatuto para establecer mesas técnicas con motorizados y asociaciones vinculadas con ese gremio para lograr un acuerdo.

Cuando se publicó por primera vez el reglamento parcial de la Ley de Transporte Terrestre sobre el Uso y Circulación de Motocicletas en la Red Vial Nacional y el Transporte Público de Personas en la Modalidad Individual Mototaxis, el 4 de octubre de 2011, se cuestionaron algunos artículos y se reportaron errores en otros.

Las fallas fueron corregidas, y el 5 de octubre de 2011 salió en Gaceta Oficial otra normativa que indicaba que la edad mínima para el manejo del vehículo era de 18 años y no 21 años de edad.
Para el mes de marzo, el INTT había sumado a más de 261.000 motorizados al censo que realizan en todo el país y a pesar de que han avanzado con la entrega de chalecos, sigue pendiente el registro nacional de estos conductores, así como también la entrada en vigencia del reglamento.


 

viernes, 6 de septiembre de 2013

Antes de 1986 los accidentes mortales eran diarios en la Panamericana

 




Accesorios que salvan vidas







Daniel Murolo
Edición Aniversario La Región
Sábado, 4:30 am. Patricia regresaba con dos amigas a su residencias en San Antonio de los Altos, luego de disfrutar de una rumba en Caracas. A la altura del kilómetro 08, una curva la tomó por sorpresa. Perdió el control, impactó contra la isla central y rebotó hacía la defensa en la cuneta.

“Es un milagro que estemos vivas las tres”, detalla la joven, tras indicar que su carro sufrió serios daños al volcar; sin embargo, para Ricardo Álvarez, ingeniero de la Universidad Central de Venezuela (UCV), no fue precisamente un acto celestial lo que ayudó a que Patricia y sus amigas sigan respirando, “que le den las gracias a la defensa”, agrega de forma irónica.

No fue sino hasta la década de los 80 que esta arteria vial comenzó a lucir  accesorios para hacerla más segura. “Muchos creen que la isla central pintada con franjas amarillas y negras le da un toque colorido, o que los ojos de gato la hacen lucir como pista de aeropuerto, desconociendo que tienen un fin que va más allá de lo estético”, agrega el experto.

Antes de 1986, los accidentes mortales eran diarios. Los conductores perdían el control en las curvas e iban a parar a la vía contraría, estrellándose de frente con otro vehículo. Los archivos de accidentes reflejan que otros menos afortunados, se salían de la calzada en las curvas, cayendo por los barrancos adyacentes.

“Fue tal el número de accidentes que las autoridades se vieron obligadas a tomar medidas”, agregó Alvarez. Comenzó así la instalación de las isla central, postes, barandillas y más recientemente los llamados ojos de gato y reductores de velocidad.

“Casi automáticamente bajó la cifra de muertes, seguían ocurriendo accidentes por las características propias de la vía -muchas curvas- pero no tan mortales”, agrega.

Así como le ocurrió recientemente a Patricia, la isla central evita que los vehículos invadan el carril contrario. “El impacto con estos dispositivos - de concreto en el caso de la Panamericana- ayudan a que el carro fuera de control pierda velocidad, mientras que la barandilla instalada en la cuneta impide que se salga de la vía y termine impactando un objeto fijo como un árbol, poste o el cerro”.

Asegura que si se revisan actualmente los puntos de la Panamericana en los que se registran muertes durante accidente, se puede observar que en la mayoría de los casos en esos tramos no hay defensa central.

Estos “accesorios que salvan vidas” tienen presencia marcada entre el kilómetro 0 y el 25 (redoma de La Matica), a partir de ese punto desaparecen las defensas y postes centrales.

-Es común leer en la prensa accidentes de choques frontales en puntos como Club Cubre Azul o Guaracarumbo, la razón es sencilla: no hay ningún tipo de defensa en todo ese tramo.

Explica que además de su función de baranda, sirven igualmente para evitar que de noche los conductores resulten escandilados por la luz del que viaja en dirección contraria.

“Los usuarios deben tomar conciencia de la importancia de todos estos accesorios y deben exigir a las autoridades un mantenimiento adecuado que no sólo sea pintar de amarillo”, agrega el experto.

Acción personal

Patricia se abrocha el cinturón de seguridad y Alberto se ajusta el casco antes de encender su moto. Viven en municipios diferentes pero cada mañana y al terminar el día comparten la misma vía; son conscientes de la importancia de utilizar estos dispositivos que podrían salvarle la vida a la hora de sufrir un accidente.

“Es automático, al montarme en el carro me pongo el cinturón”, detalla la chica, quien asegura haber presenciado varios accidentes en los que por no estar “amarrado” el conductor perdió la vida. “Mi carro tiene airbag y además un parachoque reforzado”, agrega con un gesto de seguridad.

Alberto tiene claro que viajar en moto por esta vía es una acción suicida. “Me pongo el casco porque es mi deber, pero al final es tan alto el volumen de tráfico que el peligro mortal no es caerse, sino ser arrollado por un carro”.

En cuanto a los peatones, es el uso de la pasarela la única acción que deben cumplir a la hora de cruzar la vía y evitar ser arrollados. “La realidad es dura, pocos las usan, las cifras de arrollados se mantienen iguales anualmente”, puntualizó Ricardo Álvarez.

Ilustración: Fernando Pinilla

viernes, 30 de agosto de 2013

Cuando el dinero lo producen las trancas en la Panamericana

Cada día aumenta el número de personas que trabajan en las colas vendiendo 


Viviendo de las colas

Daniel Murolo
Edición Aniversario Diario La Región
Para Fernanda no es fácil desayunar cada mañana, ella sabe que salir un minuto tarde de su casa puede significar llegar retrasada a su trabajo en Caracas. No se preocupa, a la altura del kilómetro 22 se mantiene atenta, en cuestión de segundos, sobre la cola de carros, observa la mano de Ángel.

Ambos actúan de forma automática. “Buenos días” dice ella mientras baja el vidrio con una mano y con la otra toma sencillo del tablero. Él responde con un gesto, mientras con una agilidad que sólo da los años de experiencia saca un pequeño vaso donde sirve, sin derramar una gota, la dosis justa de café que necesita Fernanda a las 5:45am.

Tras el carro de la joven universitaria, dos personas más esperan su turno; ellos son parte de los cientos de conductores que cada mañana consumen los miles de litros de café que venden en varios puntos de la Panamericana, quienes viven de las colas.

Ángel tiene año y medio en el “negocio”, antes intentó ser albañil, plomero y hasta bombero, nunca le fue bien. “Fue mi mujer, quien hace un café riquísimo, quien me dio la idea”, recuerda el joven de 28 años, padre de 3 niños.

Se para diariamente a las 3:30am para ayudar a María, su esposa, a preparar cerca a 10 litros de café. “Me ubico en la carretera a las 4:30am, desde esa hora comienza la cola a la altura del semáforo de Los Cerritos”.

Cuando está a punto de agotarse el contenido de los tres termos que cuelga de sus hombros dentro de dos bolsos, envía un mensaje de texto a María, quien envía provisiones con su hermano Héctor en una moto. “Vivo cerca de aquí (barrio El Nacional), por lo que difícilmente me quedo sin café”, agrega entre risas.

El negocio de este joven tiene una extensión de unos 800 metros, espacio que comparte con Asdrubal, un hombre de 45 años del sector El Vigía quien tiene más de 4 años vendiendo periódico en la zona.

“Somos la dupla perfecta, él -señalando a Ángel- vende el café y yo el periódico para que la gente no se aburra en la cola”, reseña mientras entrega  La Región a un autobusero.

A diario vende entre 200 y 250 ejemplares. “La ganancia no es muy alta, pero al menos me alcanza para llevar la comida a la casa y a veces me queda algo para sacar a pasear el fin de semana a los muchachos”, dice.

Historias similares se repiten en diferentes tramos de la vía. En los primeros kilómetros lo que varia es la mercancía y la hora de venta. “Depende de si hay o no cola, yo tengo lista una caja con chuchería y estoy pendiente por la ventana de mi casa”, detalla Edgar.

Un choque, derrumbe o un accidentado significa para este joven de 18 años dinero. “Camino unos dos kilómetros entre la cola y llego a vender hasta Bs 300 en un ratico, mi zona es la Panamericana, tengo vecinos que hacen lo mismo pero en la Valle - Coche, allí sí se mueve bastante plata”.

Sacando brillo

Agua, jabón y una escoba, son las herramientas de Miguel y Elena, ambos se ganan el día a día limpiando; él, los parabrisas de los carros que cargan combustible en las estaciones de servicios y ella, barriendo las cunetas y desmaleza las adyacencias de la vía.

“No estoy siempre en la misma bomba”, explica el joven de 21 años, residente del municipio Carrizal. “No es mucho lo que se gana, algunas personas no le dan nada a uno, además los dueños de las estaciones a veces no permiten que uno se rebusque allí”, señala.

Asegura que el mejor punto para trabajar es en la recta de Las Minas, mientras los fines de semana se traslada a las ubicadas en el tramo que va desde la capital mirandina hasta la población aragüeña de Las Tejerías. “Se para mucha gente que va o viene de las playas del centro del país”, dice. 

Por su parte, Elena cuenta con un sueldo fijo, forma parte de una de las cooperativas que contrata el Gobierno Nacional mensualmente para que se encarguen del mantenimiento de la vía.

“No es fácil, hay que echar machete, sacar tierra y piedras, pintar y calarse los insultos de los conductores que se molestan por la cola que genera nuestro trabajo”, narra la mujer de 35 años de edad.

Aunque no se quejan de su labor, estos trabajadores no dudan al señalar que les gustaría dedicarse a otra cosa; “uno lleva mucho sol, pasa hambre y sed, llega agotado a la casa sin ganas de hacer nada”, reseñan Elena, lo que podría resumir fácilmente lo que sienten quienes viven o mejor dicho “sobreviven” de la Panamericana.