Solo un pensamiento...


Las palabras dichas son llevadas por el viento y olvidadas la mayoría de las veces, pero las escritas no conocen de tiempo, son perennes. En honor a ellas; algunos de mis trabajos. 





viernes, 27 de diciembre de 2013

El día que el infierno tomó la Panamericana


 El olor de la tragedia


Daniel Murolo 

Una densa cortina de humo negro me alertó de que algo no estaba bien. Aquella tarde me dirigía a la ciudad de Caracas junto a mi compañera de labores Pola Del Giudice; la colega Jenny Marques Rodrígues, nos había invitado a participar en su programa de radio, la intención era contarle a los radioescucha cómo celebrábamos los periodistas las fiestas de fin de año. Nunca llegamos al estudio.
Cerca del kilómetro 8 de la Panamericana un Guardia Nacional se interpuso en mi camino. “Pana soy periodista, déjame pasar”, le dije al joven que con mirada aterrada no dejaba de repetirme que un camión de gasolina había volcado y que era cuestión de minutos para que estallara.
Seguí conduciendo en dirección al humo, mientras que Pola no dejaba de gritar que debíamos detenernos y regresar. Estacionamos en el kilómetro 10 aproximadamente, desde allí se observaba a la distancia como un río de llamas y humo bajaba por la Panamericana. Tomé mi teléfono,  hice una imagen la cual tuitié inmediatamente informando lo que ocurría, seguidamente llamé a mi madre, quien al escuchar de mi boca lo que ocurría me ordenó, como en otras oportunidad, que me regresara “tú no eres bombero ni médico, no vayas por favor”.
En cuestión de segundos me encontraba corriendo en dirección al humo, tras estacionar mi vehiculo a unos 500 metros  de distancia. “Acaba de explotar”, me gritaban las personas que corrían en dirección contraria a la mía, entre ellos –horas después lo identifiqué- el chofer de la gandola.
Gritos, explosiones y un penetrante olor (que hasta ahora no he logrado descifrar) dominaba el lugar.  El panorama era indescriptible, el camión generaba llamas que alcanzaban los 30 metros de altura, a pocos metros, envueltos en fuego, se encontraban dos vehículos particular y a unos 100 metros, el autobús.
No lo pensé dos veces, aunque mi profesión es la de periodista, en ese momento, conciente de que era el único comunicador social en el lugar de la noticia, guarde el celular (con el que grababa testimonios) y me dediqué a ayudar a las víctimas.
“Hay más de 12 personas dentro del autobús, se queman vivas”, gritaba sin parar un vecino del sector, quien había logrado sacar con vida a muchos pasajeros. El calor intenso de las llamas había no sólo derretido el asfalto y los faros de algunos vehículos cuyos conductores lograron detenerse antes de ser consumidos por el fuego, sino también las suelas de mis zapatos.
Los héroes de aquellas tarde, como siempre, fueron los bomberos. La imagen (así como el olor) de estos hombres sacando del autobús, convertido en hierro retorcido por el fuego, los cadáveres de 11 personas -otras 3 fallecieron en la zona-, quedó grabada en quienes por alguna razón del destino fuimos testigos y (gracias a Dios) no víctimas, de la que sin duda ha sido una de las peores tragedias viales del país.  
Aquel día logré hacer algunas fotografías con mi celular, el cual algunos días  después se dañó.  Fue hace unos meses que logré recuperar las imágenes, las que hoy (dos años después) comparto con ustedes.  
Fotos: Daniel Murolo 















jueves, 12 de diciembre de 2013

Sumando kilómetros en España

En el Parque Castrelo

Corriendo por Vigo y Sevilla


Daniel Murolo 
Correr es mi pasión. El turismo, mi devoción y la Media Maratón de Vigo, el 12 de mayo de 2013,  me permitió unir ambas y conocer está hermosa ciudad situada en la comunidad autónoma de Galicia, al noroeste de España a golpe de zancadas. 21k a través de sus avenidas más emblemáticas para finalmente cruzar el arco de llegada en la famosa calle Príncipe, en un tiempo de 2 horas 5 minutos. 
Unos días antes de correrla, mi primo Jonathan Murolo, el único de la familia con quien comparto el amor por el running y quien tiene casi una década viviendo en esta ciudad, me llevó a entrenar al que sin duda es el epicentro del atletismo vigués: Parque de Castrelo. 
Culminando la Media Maratón de Vigo 
 El circuito de running "oficial" del mayor parque urbano de la ciudad tiene una longitud (aproximada) de un kilómetro, está bien marcado con postes y cuenta con sendas en perfectas condiciones que diariamente son recorridas por cientos de corredores. 
En nuestra visita a Castrelo, justo un día después de mi llegada a Vigo, nos decidimos por una ruta más larga (fuera del parque) que atraviesa varias avenidas de la ciudad antes de adentrarse por un camino de tierra paralelo al río Lagares. El paisaje es único, el agua del afluente es cristalina y la ruta culmina frente a una de las playas más famosas y hermosas de la ciudad,  Praia Samil (los atardeceres te dejan sin aliento). 
El recorrido ida y vuelta (Castrelos – Samil – Castrelos) tiene una longitud aproximada de 10 kilómetros, el cual completamos en menos 50 minutos. Este lugar es para los viguenses lo que es el Parque del Este para los caraqueños, un punto de encuentro para acumular kilometraje en las piernas y preparar grandes retos.    
Los atardeceres en Praia Samil son increíbles
Luego correr la Media, mi próxima parada fue en la impactante ciudad de Sevilla. Como buen aficionado a correr, lo primero que hice al bajar del avión y tomar un autobús en dirección al casco antiguo, fue visualizar posibles rutas que correría durante mi estadía de 4 días.
Sevilla, como la gran mayoría de las urbes de España, cuentan con rutas especiales tanto para trotar como para andar en bicicleta o simplemente caminar; con suerte, el apartamento que alquilé estaba a menos de 100 metros del río Guadalquivir, imponente afluente que atraviesa esta ciudad (la más poblada de Andalucia)  y que está bordeado por una ruta hecha a la medida para quienes amamos correr. 
Dos de los puentes que atraviesan el río 
Durante mi permanencia en Sevilla, considerada la cuarta en importancia en España después de Madrid, Barcelona y Valencia, corrí a orilla del impactante río al menos en dos oportunidad al llegar la noche, cuando las luces de los puentes que atraviesan el afluente y de las estructuras que dejó la Exposición Universal 1992, se reflejan en las aguas del Guadalquivir, panorámicas únicas. 
El recorrido por la margen de "Río Grande" como lo bautizaron los antiguos árabes pobladores de al-Andalus, lo comenzaba al pie del Puente de San Telmo, con preciosa vista de la Torre del Oro a la derecha y el río a la izquierda. En total la ruta tiene una longitud (ida y vuelta) de 9 km aproximadamente. 

En la Torre del Oro
 Durante el recorrido por este paseo (que recuerde nombres)  disfruté del embarcadero de naves, la Plaza de Toros de la Maestranza, Puente Isabel II, el emblemático Puente Cristo de la Expiración, el Pabellón de la Navegación (con más de 6 millones de visitantes en la Expo´92), el Puente de la Barqueta y sin duda el más hermoso de todos el Puente del Alamillo, tiene 140 metros de altura, figura de arpa y un sólo brazo de 58º de inclinación del que parten una pareja de tirantes que lo sujetan (de 300 metros de longitud, los más largos del mundo).
 Sevilla es una ciudad llana, con un clima agradable y con un aire lo suficientemente limpio como para preocuparse solo por disfrutar de las increíbles vistas; sin duda, uno de los circuitos que más he disfrutado correr en mucho tiempo.  

Fotos: Daniel Murolo