Un rincón cristalino en la costa aragüeña. Fotos: Carlos Díaz |
El sosiego habita en La Ciénaga
Refugio paradisíaco de cantidad de aves marinas. Ofrece una sucesión de pequeñas playas con manglares, claras arenas y cristalinas aguas, son playas sin oleajes y con poca profundidad, un paraíso captado por el lente del colega Carlos Díaz.
AñadiMedia docena de casas coloridas bordean la bahía. |
Revista Dossier / La Región
Esa quietud y tranquilidad que buscamos en el mundo submarino quienes practicamos snorkelling, parece haber emergido de la profundidad para instalarse en toda la bahía. Sin duda, si el sosiego tuviera una residencia fija, sería en La Ciénaga.
Se llega a través del mar, partiendo desde Ocumare de La Costa (Aragua) o Gañango - Puerto Cabello (Carabobo), el recorrido puede durar poco más de media hora. Desde la embarcación se pueden observar el fenómeno llamado “pipa de Gómez”, que se produce cuando el mar se estrella con fuerza contra las rocas, disparando chorros a varios metros de altura.
Un rincón cristalino en la costa aragüeña |
Es automático, al desembarcar lo primero que hago es buscar un punto donde dejar mis macundales, me pongo mi máscara y me sumerjo. El agua es clara -cristalina es la definición perfecta- con una visibilidad asombrosa, peces de colores, erizos y decenas de estrellas de mar en una profundidad que, lejos de asustar, entusiasma.
En la superficie la calma es similar. Los manglares dominan el paisaje, sus raíces, que sirven de vivienda para miles de especies marinas, se pueden apreciar perfectamente sin necesidad de zambullirse.
El sosiego habita en La Ciénaga. |
Por instantes y dependiendo de la hora del día, este bosque de árboles tolerantes a la sal, se refleja en el agua dando la sensación de estar frente a un enorme espejo. Mi recomendación es tomar un kayac -los alquilan en la zona- y dejarse llevar por el silencio que invade la costa.
Si les da hambre, no hay problema. En la orilla de “La Piscina”, lugar preferido por los bañistas para llevar sol, los lugareños ofrecen todos los servicios: mesas y sillas, así como bebidas tropicales y comida. El pescado siempre está fresco, recién sacado del mar.
Si un día no es suficiente, se puede alquilar habitaciones en alguna de las coloridas casas que bordean la bahía. En época de temporada es casi imposible encontrar camas disponibles, por lo que los más arriesgados optan por dormir en carpas.
Si una recomendación puedo darles, es que no lo piensen dos veces y se lancen de una vez cualquier fin de semana libre a disfrutar de unos días de relax en este paraíso venezolano escondido en las costas aragüeñas, custodiado por el imponente Parque Nacional Henry Pittier.
Reportaje para la revista Dossier |
En autobús: si vives en los Altos Mirandinos, toma un colectivo en el terminal de Los Lagos hasta la ciudad de Maracay, estos tienen frecuencia de salida de 45 minutos aproximadamente. Al llegar a la capital aragüeña, debes tomar otra unidad que te lleve a la población de Ocumare de la Costa, desde allí salen las embarcaciones para esta paradisíaca playa.
En carro: Toma la carretera Panamericana en dirección a la población Aragüeña de Las Tejerías, allí empalma con la Autopista Regional del Centro en dirección a Maracay, una vez en la “Ciudad Jardín”, toma la autopista en dirección a El Limón, esta te llevará hasta la entrada del Parque Nacional Henry Pittier y de allí a la llamada “Costa de Oro”.
Fotos: Carlos Díaz